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Por : Mario Briceño 


El concepto «Desarrollo Sostenible» se usó por 1ª vez en 1987, en el informe “Nuestro Futuro Común”, de las Naciones Unidas. Ese informe define la sostenibilidad como el “desarrollo que satisface las necesidades del presente sin comprometer las de las nuevas generaciones”. En este sentido los indios Hopi (al igual que la mayoría de sociedades originarias), entienden desde hace mucho esta forma de entender la vida, pues consideran que los intereses de la séptima generación deben tenerse en cuenta al igual que los propios intereses de los que toman la decisión.



 Por lo tanto, la sostenibilidad implica ser conscientes de las consecuencias de nuestras acciones. La vida sostenible es aquella que es justa en el más amplio sentido de la palabra. Cada acción que realizamos conscientemente y por tanto de forma justa, no solo no perjudica a nada ni a nadie, sino que mejora la salud del conjunto. Los comportamientos sostenibles dan la oportunidad de que los ecosistemas y la sociedad se regeneren.

La vida sostenible es hoy en día una necesidad, pero tiene varios obstáculos. El principal es la ignorancia sobre las consecuencias de nuestros actos, otro obstáculo es la confianza exagerada en el progreso científico y tecnológico, que nos hace creer que siempre habrá una solución aún con los problemas más graves, pero esto no es así. Y tampoco ayuda el pensar que la responsabilidad es de los políticos y de las grandes empresas. De hecho esta actitud permite que las poderosas empresas no tomen decisiones adecuadas, ni tengan en cuenta la mayoría de las veces los temas de sostenibilidad. La verdad es que cada uno de nosotros debe preocuparse por la sostenibilidad de su vida, pues sin duda la suma de nuestras pequeñas acciones individuales tienen un impacto mayor que los grandes planes puestos en marcha por los políticos.

Para aplicar algunos parámetros de sostenibilidad en nuestras vidas tenemos los siete “Mandamientos para la vida sostenible en la Tierra” (como yo los llamo) , que podrían ser:


APROVECHAR: Cuando algo sirve para más de una cosa, está mejor pensada su adquisición que si sólo posee una función. Ejemplos de ello serían las herramientas multiusos, muebles multifuncionales como el sofá-cama, una bicicleta todo terreno que tanto sirve para hacer ejercicio como para circular por campo o ciudad, etc.



COMPARTIR: Las cosas que se comparten con otra/s persona/s reducen nuestro impacto ecológico, al menos a la mitad. Si son compartidas entre cinco (por ejemplo un libro), el efecto sobre el entorno disminuye cinco veces. Si compartimos CD´s de música, películas en DVD, ropa, libros, coches, herramientas, electrodomésticos, viviendas…, reduciremos nuestra huella ecológica sobre todo el planeta.



CONSERVAR: Para conservar, a menudo solo hace falta darse cuenta de lo que se pierde por no hacerlo. En los países ricos, la cuarta parte de los alimentos se estropean porque no se gestionan adecuadamente, ya sea durante su producción y distribución o en las casas. De manera similar, se derrocha energía cuando se deja encendida una bombilla en una habitación vacía o gasolina cuando se va demasiado rápido.



CUIDAR: Cuando duplicamos la vida útil de los objetos que poseemos, dividimos por dos el gasto de recursos naturales.



DIVERSIFICAR: En cualquier ámbito, la diversidad implica alternativas ante diferentes situaciones, lo cual significa más probabilidades de éxito. En la práctica, por ejemplo para un agricultor, esto quiere decir que es preferible cultivar una amplia variedad de alimentos que hacerlo con uno solo.



LOCALIZAR: No deberíamos realizar grandes desplazamientos cada día. Si el trabajo, el colegio y los familiares y amigos están cerca, se ahorran enormes cantidades de recursos naturales a lo largo de toda una vida. Igualmente, conviene que los alimentos, la energía, la ropa y demás bienes de consumo tengan su origen en entornos próximos.



RESPETAR Y APRENDER: Hay que trabajar conociendo los ritmos de la naturaleza y respetándola en lugar de explotarla y degradarla. Por desgracia, aún son muchos quienes piensan que la civilización se construye sobre el dominio de la naturaleza. En realidad, podemos aprender de la naturaleza para aplicar ese conocimiento en beneficio propio.

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