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En Jocay, capital de la Confederación Manteña se rendía culto a la diosa de la Salud, una Esmeralda muy fina y grande, y labrada en figura de cabeza humana.. Su nombre era UMIÑA, y su santuario era muy famoso ya que era lugar de peregrinación para los enfermos de todos lados, que ahí llegaban por sus propios medios o en brazos de sus parientes a buscar cura a sus dolencias.

En el Santuario de Jocay (Manta), el enfermo hacia primero el sacrificio, pre­sentaba luego la ofrenda, generalmente pequeñas esmeraldas, y se ponía en oración ante la diosa. El sacerdote tomaba  la esmeralda, con un paño blanco muy lim­pio, y tocaba con ella la parte dolorida.

«Las ofrendas a la diosa eran pequeñas esmeraldas, pues eran para ella el mejor regalo; no en vano era la abuela de todas, por­que eso significaba la etimología de Umiña en lengua pache, que era la que se hablaba en esos tiempos en Jocay.

Aunque es difícil saber el lugar donde se levantaba el santuario de UMIÑA, una anti­gua tradición asegura que era en el sitio donde hoy se encuentran los bloques habitacionales del Banco de la Vivienda (sobre el cementerio viejo). Otra historia dice que «En el antiguo Manta hay un montículo que parece haber sido una tola sobre la cual se levanta un adoratorio (se refiere acaso al montículo que había en el centro del parque «Eloy Alfaro» y que al principio del presente siglo funcionó allí de la oficina de Telégrafos?).

Las sorprendentes curaciones que se realizaban en el templo de Umiña, durante sus festividades especiales hicieron que en Jocay se junten grandes can­tidades de esmeraldas, ya que había la creencia de que la ofrenda era la más agradable a la diosa, porque ella era madre y las de menor tamaño eran sus hijas.


La leyenda de Umiña es así:

En un pueblo aborigen había una princesa que pertenecía a la región, hija del cacique TOHALLI. Su belleza era admirada por todos los aborígenes que le habían hecho un altar para su adoración, se dice que la princesa fue objeto de una persecución hasta colmarla en desgracias, que luego la llevaron a la muerte, fue enterrada junto a las tumbas de sus padres.

Cuenta la leyenda que de su corazón se extrajo la piedra preciosa (Esmeraldas) que fue la adoración de muchos pueblos de la Confederación Manteña y Pueblos Americanos que existieron en esa época. Su fama llegó a muchas partes del Continente, venían de Perú, de México y de América Central trayendo enfermos y regalos que consistían en perlas pequeñas y oro en polvo.

Actualmente, en Manta un buen número de instituciones llevan su nombre, por ejemplo: Escuelas, Barrio, Cooperativas, Hotel, etc. La Diosa Umiña, es la identidad viviente del maravilloso pueblo del Jocay.

Ensayo sobre la Diosa Umiña según el autor mantense, el señor John Milton Palma.

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