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Siempre es grato darse cuenta justo antes de arrancar un viaje desde Santa Elena a Guayaquil; que aunque siempre tiene sus variantes en el paisaje que prefiero ver por la ventana, podría resultar por ocasiones monótono; que tocaría compartir asiento con uno de los músicos que más gustan, se trata de Miguel Segovia, (Segovita y sus muebles finos) uno de aquellos que en su diario vivir y búsqueda creativa expresa esa sabiduría popular que es la que nos mantiene alerta como sociedad.

Luego de reconocernos (Segovita, cerró con broche de oro la edición 2011 del Festival de Chulluype); empezó una larga conversación que incluyó la parte artística, aspectos de su vida personal en las que su esposa y su pequeño ocupan un lugar de reserva especial , de su apreciación del trato al músico en la tierra que actualmente lo acoge, Montañita, de sus nuevos proyectos -no musicales-, de anécdotas de la vida y de cosas que a veces nos ponen a reír y otras veces a pensar , la  que se extendió hasta el mismo lugar en que nos tocó bajarnos, desde donde Segovita avanzaría una vez más a visitar un estudio de grabación, Fediscos en esta ocasión, en donde quedarán plasmados una nueva colección de 7 u 8 temas junto a otro músicos del orbe.

Chuzo e venado, fue en particular uno de los temas que incluirá esta nueva producción al que Segovita le prestó especial atención y que narra la historia (ficticia o real , quizás nunca lo sabremos por completo) de uno de los tantos viajes por la ruta del Spondylus y de un accidente ocurrido a la altura de San Pablo, donde aunque trataron de evadir a uno de los pocos venados que podrían verse, este fué impactado y de todos los personajes que fueron poco a poco apareciendo. El infaltable vigilante de tránsito que se acerca, pero que sorprendemente no llegó a ayudar sino a ver que tajada podía sacar de esa terrible situación; de algunos jóvenes que también quisieron aprovecharse, e incluso de la señora que viendo toda la confusa situación decide optar por rápidamente coger al animal moribundo y llevárselo; sólo para por la noche y mientras se preparaba otra fiesta en la legendaria Montañita , darse cuenta que la misma señora estaba vendiendo en las calles de este pueblo, lo que anunciaba como un delicioso Chuzo e venado…

Sin embargo, fue notoria su preocupación al momento de preguntarle sobre que opinaba de la situación actual del movimiento artístico actualmente en Montañita, pues a su modo de ver no se trata al artista con un mínimo de respeto pues según advirtió a los músicos les ofrecen entre 10 a 15 dólares (solistas) y 30 dólares (grupos) por presentación, que algunas veces se extienden hasta 4 horas. Esto sin importar ni la trayectoria ni la calidad del artista. «Esta no es una manera humana de tratar a un artista» sentenció un poco molesto Segovita.

Mientras narraba otras historias de su vida pasada, el viaje nos acercaba a nuestro destino, fué entonces que Miguel hizo el anuncio de un nuevo proyecto personal no artístico que ha comenzado en Montañita, y que está dedicado a la venta de productos y utensilios de limpieza, el lugar está ubicado por sobre el carretero principal y lleva su marca registrada SEGOVITA, Montañita Mall; en él , como en todos los aspectos de su vida el artista le ha imprimido su toque personal, esta vez con una mezcla western.

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